La pobreza y la enorme desigualdad económica y cultural que recorren este país, obligan a millones de niños y niñas a abandonar el sueño de la inocencia, dicen los números del INEGI que cerca de 3.5 millones de niños trabajan de manera irregular; preocupa sobre todo la vulnerabilidad de los niños jornaleros agrícolas, quienes junto con sus padres abandonan sus comunidades para huir de la miseria sin saber que en el campo encontrarán otro tipo de pobreza. Pero dicen muchos y de eso se construyen grandes discursos que “nuestros niños son la esperanza del futuro”… ¿a qué futuro nos referimos?
Prácticamente invisible se ha vuelto el tema de la explotación laboral de los niños en la industria del tabaco, si ustedes son de los que han centrado sus discusiones en el daño del consumo activo y pasivo del cigarro y las enfermedades que ocasiona, han dejado de lado el impacto social y laboral que esto provoca en miles de niños desprotegidos; esto lo podemos constatar con el reportaje hecho por Juverto Bastida en Nayarit en el que realiza una serie de entrevistas a Dadillo y Filiberto Andrade Rosas, 2 niños huicholes jornaleros quienes han perdido la ilusión de jugar, y sólo piensan en trabajar para comer. En este mismo reportaje dice Juverto que en el estado de Nayarit trabajan como jornaleros agrícolas entre 5 y 6 mil niños indígenas provenientes fundamentalmente de jalisco; Durango, Oaxaca, Veracruz, Guerrero, Chiapas y la zona serrana nayarita; llegan al corte de caña, chile, jitomate y tabaco, acompañando a sus padres, quienes son enganchados en sus comunidades año tras año para laborar de diciembre a mayo.
Prácticamente invisible se ha vuelto el tema de la explotación laboral de los niños en la industria del tabaco, si ustedes son de los que han centrado sus discusiones en el daño del consumo activo y pasivo del cigarro y las enfermedades que ocasiona, han dejado de lado el impacto social y laboral que esto provoca en miles de niños desprotegidos; esto lo podemos constatar con el reportaje hecho por Juverto Bastida en Nayarit en el que realiza una serie de entrevistas a Dadillo y Filiberto Andrade Rosas, 2 niños huicholes jornaleros quienes han perdido la ilusión de jugar, y sólo piensan en trabajar para comer.
En este mismo reportaje dice Juverto que en el estado de Nayarit trabajan como jornaleros agrícolas entre 5 y 6 mil niños indígenas provenientes fundamentalmente de jalisco; Durango, Oaxaca, Veracruz, Guerrero, Chiapas y la zona serrana nayarita; llegan al corte de caña, chile, jitomate y tabaco, acompañando a sus padres, quienes son enganchados en sus comunidades año tras año para laborar de diciembre a mayo.
Samuel Salinas Investigador Huichol y Plaguicidas dice que en las empresas con suficiente anticipación prevén cuanta mano de obra van a necesitar para levantar las cosechas, entonces lanzan a las camioneteros, los enganchadores que son redes de contratación de fuerza de trabajo, frecuentemente con engaño sobre el monto del trabajo, sin contratos y una vez que están en los campos agrícolas dejan de asumir sus responsabilidades con ellos.
Por ejemplo los niños que trabajan en los tabacales viven con sus familias en los propios campos de cultivo con temperaturas de hasta 42°, durmiendo sobre la tierra bajo enramadas de tabaco y sin servicios básicos; cocinando en hornillas improvisadas y aseando y lavando su ropa en los canales de riego.
Se supone que dentro de las negociaciones con el patrón piden agua embotellada para tomar, pero para bañarse y demás son los canales deniego que están obviamente también contaminados por los mismos plaguicidas.
El trabajo infantil en los cultivos de tabaco inicia alrededor de los 3 años, según cifras del Centro Multidisciplinario de Investigación Científica de la Universidad Autónoma de Nayarit, la participación económica de los niños al ingreso familiar representa hasta el 35% de un promedio de $1, 000 semanales para una familia de 8 a 10 integrantes.
Los niños participan activamente ensartando o cortando, mientras que las niñas mas grandes se quedan a cargo de los bebés, se convierten en las mamás de los recién nacidos.
Niños y adultos trabajan con matas de tabaco rociadas con plaguicidas altamente tóxicos y muchos de ellos prohibidos en Estados Unidos y la Unión Europea, sin equipo de protección ni la capacitación mínima.
Enrolados en un sistema laboral donde no hay prestaciones ni servicios médicos la intoxicación y envenenamiento son problemas de salud. Dañan el sistema nervioso central a tal grado que no pueden tomar nada.
El nomadismo laboral del siglo XXI y la explotación infantil en condiciones de precariedad extrema tienen en los tabacales de Nayarit y los niños indígenas que ahí laboran un ejemplo crudo de negación de todos los derechos de los niños y las niñas.
Frente a estas imágenes, creo nos quedamos sin palabras ya que ¿Cuál futuro del país? Si no se garantizan ni los derechos básicos. El trabajo infantil, prohibido por las leyes pero es una lacerante verdad, es generalmente ignorada.
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Hasta pronto!!